Lejos de entrar en un debate acerca de la similitud de ambos sexos sobre patrones, derechos, políticas laborales, psicología y un largo etc. lo que pretendemos es trasladar dicha comparativa al deporte y la nutrición. Y es que, la mayoría de las investigaciones en el campo deportivo han sido realizadas sobre hombres, por lo que cabe preguntarse si ¿los consejos que solemos dar deben ser diferentes para las mujeres?
Generalmente se ha asumido que los hombres y mujeres tienen los mismos tipos de fibras musculares y por tanto metabolizan carbohidratos, grasas y proteínas de forma similar. Quizás ésta sea esta una de las razones por la que la mayoría de estudios sobre el metabolismo se hayan realizado principalmente en la población masculina. Sin embargo, en un artículo de revisión llevado a cabo por Tarnopolsky en 2008, se señala que las mujeres tienen una mayor oxidación de grasas durante ejercicios de intensidad moderada superiores a 60 minutos, en comparación con los hombres. Apuntando también, que el mecanismo subyacente a esto no es debido a efectos del entrenamiento, ya que se ven tasas de oxidación de grasas más acentuadas en mujeres comparadas con hombres entrenados de forma similar.
Debido a esta mayor utilización de las grasas durante el ejercicio, también se ha sugerido que las mujeres dependen en menor medida del glucógeno muscular y que esto puede ser una ventaja en deportes de resistencia ya que al oxidar más grasas, se ahorra glucógeno y por ello la fatiga tarda más en aparecer. Sin embargo, como para mantener un alto nivel en eventos de resistencia superiores a 90 minutos es imprescindible una alimentación exógena (bebidas deportivas, geles...) no queda claro si la oxidación ligeramente superior de la grasa proporciona evidentes beneficios en eventos donde el aporte exógeno se convierte en obligatorio para mantener un buen nivel de trabajo físico.
Otro estudio de Tarnopolsky en 1995, evidenció que las mujeres no eran capaces de aumentar de forma considerable sus depósitos de glucógeno con el enfoque tradicional de “carga de glucógeno” por lo que se sugiere prestar una mayor atención a la resíntesis de glucógeno post-ejercicio (con las estrategias adecuadas para tal fin) así como asegurar una fuente exógena de carbohidratos durante la competición. En este aspecto, sí parece claro que la utilización y los efectos de los carbohidratos exógenos, aportados durante el ejercicio en forma de bebidas deportivas u otros formatos, es similar en hombres y mujeres.
Aún así, parece ser que en campo abierto (y no en laboratorio, como se reproducen la mayoría de estudios) las pequeñas diferencias de metabolismo se reducen y, pese a la escasa respuesta de las mujeres a la carga de glucógeno, de forma general no hay razón para que el asesoramiento nutricional para las mujeres sea diferente al de los hombres.
Fuente: Sports Nutrition: from lab to kitchen. Asker Jeukendrup
Referencias bibliográficas:
-Tarnopolsky MA, 2008. “Sex differences in exercise metabolism and the role of 17-beta estradiol” Med Sci Sports Exerc. Resumen en: http://journals.lww.com/acsm-msse/Abstract/2008/04000/Sex_Differences_in_Exercise_Metabolism_and_the.10.aspx
-Tarnopolsky, Atkinson, Philips y MacDougall (1995). “Carbohydrate loading and metabolism during exercise in men and women”. J Appl Physiol, 75(4), 1360-1368
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